11 Dec
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Quienes creen que el dinero lo hace todo,
terminan haciendo todo por dinero
Voltaire 

Preocupa la falta de transparencia en el municipio de Querétaro, la opacidad es la regla en los procesos de concesión y licitación, así se trate de contratos para la renta de un helicóptero, el bacheo de calles o la construcción de obra pública. 

A mayor opacidad, mayor corrupción, es una máxima, una ecuación que se cumple a pie juntillas. Porque el principal adalid de la transparencia en sus tiempos de legislador, es hoy el principal obstáculo para transparentar el uso de los recursos.

El uso excesivo de las reservas que interpone la administración municipal para evitar la transparencia, indubitablemente tiene un fin monetario. Para entender el accionar de un gobierno opaco, cerrado al escrutinio ciudadano, recordemos que la definición de corrupción más reconocida y aceptada por su simplicidad y puntualidad es la adoptada tanto por el Banco Mundial como por Transparencia Internacional: el abuso del poder público para beneficio privado.

Para muestra, un botón.En redes sociales aparecieron memes en los que se cuestionaba si los beneficiarios de los parquímetros seriamos los miles de ciudadanos que nos estacionamos en la calle o el particular que recibió la concesión.

Otorgar a una empresa el monopolio para la instalación de parquímetros en el centro de la ciudad es concederle beneficios millonarios a un particular. Operar en exclusiva 3 mil 600 cajones de estacionamiento es un negocio redondo y no precisamente para los ciudadanos. Se estimó que el concesionario facture más de 124 millones mensuales y de estos le podrían corresponder al municipio por socio del negocio de hasta 49 millones de pesos mensuales. Se estimó porque ese contrato es uno de los tantos documentos que el municipio mantiene en reserva.

Permanecer inmóviles frente al abuso de poder y la corrupción no es una opción. La corrupción es el combustible que acciona la inseguridad y el crimen. Querétaro ha dejado de ser un oasis de tranquilidad para las familias. Hay elevados índices de inseguridad en diversos puntos de la ciudad, entre otros, la cabecera delegacional de Santa Rosa Jáuregui y comunidades como Pie de Gallo, San Miguelito. Más cercanas al centro están Menchaca y San Pedrito Peñuelas, pero los cateos (por causas que se ocultan) en zonas de nivel medio y residencial son cada vez más comunes.

La experiencia demuestra que el uso excesivo de las reservas, generalmente, encubre corruptelas y abuso de poder. Mantener en reserva documentos e información es contrario a la transparencia, esa que Marcos Aguilar exigía de todos cuando fue diputado federal. Mientras más reservas tiene un gobierno, más corrupto resulta. Ahí están los casos de los Duarte en Veracruz y Chihuahua. Lo que mueve a un gobierno para establecer reservas es ocultar los alcances de los acuerdos millonarios que termina pagando el ciudadano.

Para qué sirven las reservas. En suma, para ocultar intereses inconfesables, intereses de personas muy concretas. Nuestra responsabilidad es señalar el grave peligro de la reserva porque la “información es poder”, restringir la información es restarle empoderamiento a la ciudadanía. 

Marcos Aguilar pudo haber pasado a la historia como uno de los mejores presidentes municipales de Querétaro, se comprometió en campaña con el tema de la transparencia. En los hechos ha sido el presidente más opaco en la historia. Marcos Aguilar mezcló la poca claridad con los procesos de concesión de varios servicios municipales y contratos. Reservó todo. 

Además Marcos Aguilar administra, sin transparencia, un presupuesto de  4 mil 194 millones de pesos. No hay nada de malo en exigir que la utilización de esos recursos sea transparente. Metódicamente el gobierno de Marcos Aguilar se opone. Cualquier ciudadano puede poner a prueba su compromiso con la transparencia, pero lo más seguro es que le nieguen la información abusando de los tecnicismos y refugiándose en la opacidad. Es el sello de la casa.

En Querétaro  Podemos cambiar nuestro espacio público, no seamos cómplices. La corrupción corroe la democracia. De hecho, ésta ya generó una crisis de credibilidad en la administración que encabeza Marcos Aguilar Vega. 


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